A la hora de hablar de la desigualdad, la mayoría de analistas se centra en el resultado pero ignora las causas. En consecuencia, hoy en día resulta políticamente incorrecto apuntar que las diferencias de ingresos entre unas y otras personas son algo perfectamente normal en una sociedad y una economía libre.
En cualquier caso, cada vez son más estudios los que subrayan los distintos factores sociales y demográficos que explican la desigualdad. Un ejemplo lo tenemos con la tasa de maternidad registrada entre aquellas mujeres que no están casadas y son menores de 20 años.
A primera vista podría parecer que esto no guarda relación con el tema que estamos abordando... pero según un influyente estudio académico de Melissa Kearney y Philipp Levine para el National Bureau of Economic Research, el aumento observado en dicho parámetro "guarda una fuerte correlación con el aumento de la desigualdad en Estados Unidos y Europa".
El matrimonio, un puntal contra la pobreza
La Fundación Heritage tiene claro que este hallazgo no se da por casualidad. Según el think tank estadounidense, si hay mayor desigualdad en las últimas décadas es, en parte, por las nuevas variables demográficas que se aprecian en Occidente.
Un ejemplo lo tenemos en el número de hogares monoparentales. En comparación con un matrimonio, esta variable implica menores ingresos. Pues bien, si en 1970 el número de niños que vivía en estas circunstancias se movía ligeramente por encima del 10%, en la actualidad esta cuota se acerca al 30%.
Algo parecido argumenta Andrew J. Cherlin. Tras analizar el periodo comprendido entre 1880 y 2010, este sociólogo de la Universidad de John Hopkins ha detectado una fuerte relación entre el aumento de la desigualdad y la caída de la tasa de matrimonios. "En tiempos en que los sueldos son más desiguales, también vemos que hay menos gente que se casa", explica.
A la hora de plantear esta hipótesis, conviene tener en cuenta que, según muestran los estudios de la Fundación Heritage, el número de niños nacidos fuera del matrimonio en EEUU ha subido del 10% al 40% entre 1970 y 2013.
La tasa entre la población negra es aún mayor: se coloca por encima del 70%. Para los hispanos, el diferencial frente a la media nacional es más bajo: registran algo más del 50%. Quizá esto ayuda a entender que la tasa de pobreza sea más alta entre la población negra que entre los latinos, a pesar de que los segundos son, en muchos casos, inmigrantes de primera o segunda generación.
El mismo patrón se repite entre la población blanca. Para los matrimonios, la tasa de pobreza es del 3%; para los hogares monoparentales, estos niveles llegan al 22%.
Dependencia, pobreza y desigualdad
Los estudios de la Fundación Heritage sobre la dependencia de los hogares estadounidenses también permiten ampliar la perspectiva sobre la incidencia de estos factores sociales y demográficos en la desigualdad. De acuerdo con dichos trabajos, la tasa de dependencia es del 7% en las familias tradicionales frente al 37% registrado en hogares monoparentales.
En 1980, cuatro de cada cinco niños nacían de un matrimonio. Hoy, esa tasa se ha derrumbado desde niveles del 80% hasta cotas del 60%. No obstante, en el caso de un hijo nacido en un matrimonio, la tasa media de pobreza es del 6% frente al 37% de los hogares monoparentales. Ese diferencial del 82% explica que el declive del matrimonio haya ido de la mano de un aumento en las cifras de la desigualdad.
Si analizamos la tasa de pobreza en Estados Unidos vemos que el 71% de los hogares que entran en esta categoría presentan fórmulas de convivencia diferentes al matrimonio. Por el contrario, entre la población que sí está por encima de la línea de pobreza, esta cuota baja hasta el 26%.